En el verano la sexualidad se exacerba, muy seguramente porque por ser periodo de vacaciones, hay mas tiempo libre para deambular por las calles, asistir a conciertos, eventos culturales o para echarse en la playa y ver circular en el entorno cuerpos que nos agradan, atraen y deseamos.
Muchos de los amores de verano, quedan en relaciones pasajeras y no es debido a que no se posea el encanto necesario, sino a que en el momento de ir a la cama o del rapidito, las personas son tan elementales que no producen placer sino desencanto.
Para la mayoría de los hombres las relaciones se inician, desarrollan y culminan en la penetración, y su placer se centra en la eyaculación.
Según me han consultado algunas lesbianas y bisexuales, sus parejas del mismo sexo no siempre son tan creativas en el momento del encuentro sexual y esto las deja muy aburridas y además las pone en crisis, no solo porque no logran llegar al orgasmo, sino porque las conduce a un estado de displacer que las torna agresivas, malgeniadas e irritables.
Sin embargo, esto no solo sucede a estas mujeres, los homosexuales y las mujeres igualmente sienten una emoción y desea similar con respecto a sus parejas.
Creo que el problema radica en que un amplio grupo de personas cree que una relación sexual se sustenta en el placer que se obtiene de la penetración, ya sea que esta se haga con el pene, los dedos o juguetes sexuales.
De los tres momentos de un acto sexual: el preámbulo, el clímax y la relajación, el que mas auge tiene es el central, pero que lejos se está de una verdadera y placentera relación cuando nos basamos en dicha idea para vivir nuestras relaciones.
El clímax no se alcanza con la eyaculación, sino con la mutua y plena satisfacción. Los seres humanos solemos ser tan egoístas que muchas de las veces nos centramos en nuestro propio placer sin pensar en el de la pareja, pareciera que para muchos/as el/la compañero/a sexual no fuera una persona sino que la limitaran al rol de objeto masturbatorio.
Este ejercicio elemental de la genitalidad conduce a los hombres, conciente o inconcientemente, a una maratón de eyaculaciones que los reafirma en su masculinidad y a centrar sus deseos en la penetración centrando todo su interés en crear las condiciones para lograrla; pero esta situación también afecta a muchas mujeres quienes igualmente centran su atención en la estimulación vaginal.
Creo que buena parte del desconocimiento en esta área tiene que ven con que ni en la casa ni en la escuela nos preparan para la vida sexual y entonces nos quedamos con el instinto animal y solo se ejerce el movimiento básico necesario para la función reproductiva; ignorancia que además es promovida por el pensamiento judeocristiano, que considera que los actos genitales son para la procreación, no para el placer y por tanto, quienes le creen actúan en consecuencia.
Lo grave de la situación es que muchos, sin ser cristianos practicantes, practican como cristianos militantes. La escuela, si es que pretende prepararnos para la vida debería dedicar como mínimo tres cursos para prepararnos para ser felices sexualmente.
El primero de ellos debería dedicarse al preámbulo y ser prerrequisito obligatorio pasarlo con honores, para poder matricular los cursos dos y tres; quien no lo pasara con promedio superior, debería repetirlo hasta cumplir con el estándar de calidad que requiere la humanidad.
Muchas personas suelen quedarse en el preámbulo del preámbulo y consideran que una invitación a cine, una salida a cenar, unos traguitos de un licor o un regalito son satisfactores suficientes para pasar directo a la penetración.
¡Que engañados y que lejos están de la verdad! El buen sexo no requiere de esas invitaciones. Son generalmente un engaña-bobos, un truco para lograr que la pareja caiga y no exactamente un juego reseducción.
Un buen y largo preámbulo es tan bueno, que una buena relación no requiere que siempre haya penetración, porque con uno bueno, hasta se puede llegar al orgasmo.
Recordemos que quien folla bien obtiene de su práctica suficiente energía como para poder sobrellevar los avatares del cotidiano.
Así que prepararse para el buen sexo, ayuda a cambiar las relaciones entre los humanos, mejorar la autoestima, consolidar la pareja, y dicen algunas mujeres que, hasta ayuda a construir la paz. Este es el primero de una serie de artículos sobre cómo mejorar la vida sexual.
Por Manuel Velandia
PUBLICADO 27/07/2008
PUBLICADO 27/07/2008
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